lunes, 8 de julio de 2013

NIÑOS QUE ROBAN

NIÑOS QUE ROBAN

Primero que nada es importante definir si el acto del niño es realmente robar.
Es común, aunque no correcto, que un niño pequeño tome algo que le resulte atractivo. Principalmente en la etapa egocéntrica (alrededor de los 2 a los 4 años) ya que para el niño todo gira en torno a él y su vida se rige por el principio del placer. Esto quiere decir que el niño puede tener el impulso de tomar algo solo porque le gustó, porque lo quiere para sí, pero no contempla el punto de vista de los demás y en este sentido no tiene la plena conciencia de estar haciendo algo incorrecto o de estar robando. No podemos emplear el término robo cuando un niño en esta etapa toma algo que no es suyo. Sin embargo, es papel del adulto enseñarle que no es una conducta apropiada.
Pero cuando un niño mayor de 4 años toma algo que sabe que no es suyo cuidando no ser descubierto, esconde el objeto para que nadie se de cuenta de que él lo tomó, si el niño  se siente ansioso en el momento de tomar el objeto que no es suyo o al momento de utilizarlo y al momento de esconderlo, o incluso experimenta culpa; a esta conducta ya se le puede denominar robo pues el niño ya logra diferenciar bien lo que es suyo y lo que es de los demás, ya desarrolló el concepto de pertenencia, además de que realiza la conducta con temor a ser descubierto, lo que refleja que identifica que es algo que no se debe hacer.
Sin embargo es muy probable que el niño mismo no sepa por qué lo hace, y si  es descubierto generalmente negará el hecho o recurrirá a mentiras. El robo y las mentiras son conductas que se relacionan de manera muy estrecha.
Pero lo más importante es que la conducta de robar, como ocurre en general con cualquier conducta, esconde algo más. Es sólo la punta de un iceberg que requiere ser indagado.
Básicamente esta conducta nada tiene que ver con el objeto o tipos de objetos que son robados, tiene que ver con una ausencia, con un vacío a llenar y ese vacío suele ser el de la propia madre, aunque el niño no lo sepa de manera consciente.
De hecho rara vez el niño que roba disfruta de los objetos robados. Sólo actúa guiado por su necesidad de amor.
Esta ausencia de la madre que el niño trata de llenar con el robo, no significa que la madre esté físicamente ausente, la madre puede estar allí y ser una buena madre, pero desde la perspectiva del  niño, hay algo que  le hace falta.
Por lo anterior no basta con regañar al niño y castigarlo cuando se descubre su acto de robar. Si bien es importante enseñarle la conducta apropiada y ayudarlo a adaptarse a las normas convencionales de conducta, lo más importante es identificar en qué punto hubo un quiebre en el vínculo afectivo madre- hijo, remarcando que aunque la relación entre ambos aparentemente marche bien, en el inconsciente del niño es diferente.

Por ello es importante que se reciba una terapia psicológica para abordar el problema desde su raíz. Ya que la sola eliminación de la conducta de robar no es suficiente. Pues si bien puede extinguirse dicha conducta, de no resolverse el problema psíquico que la originó, pueden surgir nuevas conductas desadaptativas cada vez más difíciles de manejar. 

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