NIÑOS QUE ROBAN
Primero que nada es importante
definir si el acto del niño es realmente robar.
Es común, aunque no correcto, que un
niño pequeño tome algo que le resulte atractivo. Principalmente en la etapa
egocéntrica (alrededor de los 2 a los 4 años) ya que para el niño todo gira en
torno a él y su vida se rige por el principio del placer. Esto quiere decir que
el niño puede tener el impulso de tomar algo solo porque le gustó, porque lo
quiere para sí, pero no contempla el punto de vista de los demás y en este
sentido no tiene la plena conciencia de estar haciendo algo incorrecto o de
estar robando. No podemos emplear el término robo cuando un niño en esta etapa toma
algo que no es suyo. Sin embargo, es papel del adulto enseñarle que no es una
conducta apropiada.
Pero cuando un niño mayor de 4 años
toma algo que sabe que no es suyo cuidando no ser descubierto, esconde el
objeto para que nadie se de cuenta de que él lo tomó, si el niño se siente ansioso en el momento de tomar el
objeto que no es suyo o al momento de utilizarlo y al momento de esconderlo, o
incluso experimenta culpa; a esta conducta ya se le puede denominar robo pues
el niño ya logra diferenciar bien lo que es suyo y lo que es de los demás, ya
desarrolló el concepto de pertenencia, además de que realiza la conducta con
temor a ser descubierto, lo que refleja que identifica que es algo que no se
debe hacer.
Sin embargo es muy probable que el
niño mismo no sepa por qué lo hace, y si
es descubierto generalmente negará el hecho o recurrirá a mentiras. El
robo y las mentiras son conductas que se relacionan de manera muy estrecha.
Pero lo más importante es que la
conducta de robar, como ocurre en general con cualquier conducta, esconde algo
más. Es sólo la punta de un iceberg que requiere ser indagado.
Básicamente esta conducta nada
tiene que ver con el objeto o tipos de objetos que son robados, tiene que ver
con una ausencia, con un vacío a llenar y ese vacío suele ser el de la propia
madre, aunque el niño no lo sepa de manera consciente.
De hecho rara vez el niño que roba disfruta
de los objetos robados. Sólo actúa guiado por su necesidad de amor.
Esta ausencia de la madre que el
niño trata de llenar con el robo, no significa que la madre esté físicamente
ausente, la madre puede estar allí y ser una buena madre, pero desde la
perspectiva del niño, hay algo que le hace falta.
Por lo anterior no basta con
regañar al niño y castigarlo cuando se descubre su acto de robar. Si bien es
importante enseñarle la conducta apropiada y ayudarlo a adaptarse a las normas
convencionales de conducta, lo más importante es identificar en qué punto hubo
un quiebre en el vínculo afectivo madre- hijo, remarcando que aunque la
relación entre ambos aparentemente marche bien, en el inconsciente del niño es
diferente.
Por ello es importante que se
reciba una terapia psicológica para abordar el problema desde su raíz. Ya que
la sola eliminación de la conducta de robar no es suficiente. Pues si bien
puede extinguirse dicha conducta, de no resolverse el problema psíquico que la
originó, pueden surgir nuevas conductas desadaptativas cada vez más difíciles
de manejar.
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